Debido al incremento dramático de emisiones de C02 y otros contaminantes en el ambiente en los últimos años, una nueva variedad de mercados financieros han surgido, ofreciendo incentivos a las empresas, además de los incentivos fiscales y leyes puntuales, para desacelerar el crecimiento de emisiones, y por ende el calentamiento global. Uno de estos mecanismos que forma parte del Protocolo de Kyoto son: los bonos de carbono.
Los bonos de carbono son certificados que representan un incentivo para los proyectos de reducción de la emisión de gases de efecto invernado a la atmósfera.
Los proyectos que previenen la generación de gases de efecto invernadero o que remueven gases efecto invernadero obtienen estos créditos, los cuales pueden ser “vendidos” a otros individuos o empresas, a través de los mercados correspondientes para “compensar” las emisiones que generan. Un bono representa el derecho a emitir una tonelada de Dióxido de Carbono.
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